¡Contempla el gusano rastrero!

Contemplad el gusano rastrero,

se ha criado en la corrupción,

se arrastra por el suelo,

su comida es la más burda.

Pero con el tiempo, sufre su maravillosa metamorfosis. La oruga que se retuerce se convierte en una mariposa alada y pintada. Y en este cambio, junto con su vieja piel, se deshace de sus viejos hábitos e instintos. Ahora tiene voluntad y alas para volar. Ahora...

su cama es el seno de una flor,

su alimento es el néctar de la miel,

su hogar es el aire soleado, y

nuevos instintos animan su estructura.

El cambio interior corresponde al cambio exterior. Ahora desprecia la tierra y, como puede deducirse de su alegre y desordenada danza, la criatura es feliz y se deleita en los nuevos deberes que está llamada a realizar.

Lo mismo sucede con el cambio que la gracia produce en los pecadores.

Su naturaleza está ahora tan acomodada a su estado redimido,

sus deseos se adaptan a sus necesidades,

sus esperanzas están tan ajustadas a sus perspectivas,

sus aspiraciones están tan ajustadas a sus honores,

y su voluntad está tan ajustada a su trabajo...

que estarían menos contentos de volver a sus antiguos placeres contaminados - que la hermosa mariposa desearía ser despojada de sus alas de seda, y condenada a pasar sus días en medio de la vieja y sucia basura, su antiguo alimento.

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Algo para reflexionar

Thomas Guthrie: "Un espectáculo de lo más asombroso está aquí: ¡el Hijo de Dios le da la espalda al cielo! Abandona el seno y la feliz comunión de su Padre, desnuda su propio pecho a la espada de la justicia, y en las profundidades de un amor nunca insondable--¡Muere en ese árbol maldito, el justo por el injusto, para que podamos ser salvados!"