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El antídoto contra el miedo!



"¡No temas, porque te he redimido! Te he llamado por tu nombre: ¡eres mío!". Isaías 43:1


Dios desea intensamente librarme de mis temores innecesarios. ¿Acaso no me da una razón tras otra para la tranquilidad, la calma y la esperanza?


1. "No temas", dice Él, "porque te he redimido".

  ¡Qué obra fue!

  ¡Qué precio exigió!

  ¡Qué dolor implicaba!

Significó la entrega y el sacrificio de Su Hijo, Su Unigénito, Su Bienamado. Significó para el Rey de la Gloria, nacer en un humilde establo, con el buey y el burro y el camello. Después de una vida de sufrimiento, significó una cruda y espantosa Cruz en la Colina de la Vergüenza.


Un profesor escocés, que conservó hasta el final un corazón infantil, hablando un día a sus alumnos sobre el sacrificio expiatorio del Calvario, dijo, con las lágrimas corriendo por sus mejillas: "Ay, ay, ¿sabéis lo que fue? ¿Saben lo que era? Era la condenación, y Él la tomó con amor".


Era mi condena, y Él la tomó con amor. Y si Dios dio todo esto por mí, ¿cómo podría abandonarme? Que mi corazón sea confiado y fuerte.


2. Hay Su comprensión de mi caso. "No temas", continúa, "porque te he llamado por tu nombre". Él tiene tantas multitudes que recordar, y sin embargo me conoce individual e íntimamente. Las estrellas yacen a lo largo de la faz del cielo como polvo brillante e innumerable; pero Él conoce estrella por estrella. Las flores brotan en batallones; pero ni una sola flor "nace para sonrojarse sin ser vista"; Él la conoce y se regocija en ella. Hay miles de millones de personas en el mundo hoy, y yo no puedo comprender el tremendo conjunto; pero Él está familiarizado con cada alma que late.


Así, Él comprende...

  mis necesidades y circunstancias especiales,

  mis deberes agobiantes,

  mis dolorosas tentaciones,

  mis hercúleas dificultades,

  mis enemigos sutiles y perseverantes.

¿No debería ser fuerte y valiente, cuando el Señor del Cielo me conoce tan perfectamente?


3. Y ahí está la propiedad de mi alma. "No temas", ordena una vez más, "porque eres mío". En cierto sentido siempre fui Su posesión; pero desde que me compró con la sangre de Cristo, estoy entre...

  Sus joyas,

  Sus trofeos,

  Sus posesiones especiales,

  Sus hijos redimidos.


¿Por qué debería tener miedo? Soy el hijo redimido de Cristo, y Él me posee y me guarda.



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