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Hay sabiduría divina en cada prueba, y amor divino en cada cruz.

Hay sabiduría divina en cada prueba, y amor divino en cada cruz.

(James Smith, "¡El amor de Cristo! The Fullness, Freeness, and Immutability of the Savior's Grace Displayed!") ¡ESCUCHA el audio! Descargar audio

Jesús es infinitamente sabio e inmutablemente santo, por lo tanto Su amor es un amor sabio y santo. Él manifiesta sabiamente Su amor, para . . .

descartar el pecado,

fomentar la santidad y

a su pueblo en su camino y obra celestiales. Él. . .

visita en las pruebas,

reprende por la necedad,

golpea por el pecado, y

retiene la luz de Su semblante, para testificar Su desaprobación de nuestros caminos; y sin embargo, ¡todo esto es en amor!

Él no acariciará al creyente cuando éste se complace en el orgullo, la mundanalidad y el alejamiento de Él. A los que ama, los corrige sabiamente. Nunca escatima la vara para malcriar al niño, sino que dice: "Te corregiré con medida, pero no te dejaré totalmente sin castigo".

Su sabiduría y santidad brillan en cada parte de Sus obras, pero en ninguna más que en Sus tratos con Su pueblo. Si fuera menos sabio, podríamos tener más consuelo, pero nos perjudicaría. Si fuera menos santo, tendríamos menos pruebas, pero con seguridad seríamos perdedores. El amor, la sabiduría y la santidad divinos combinados trazaron el plan de la suerte del cristiano; y el mismo amor, sabiduría y santidad divinos ejecutan ese plan.

Toda la sabiduría de la Deidad, bajo la guía del amor Todopoderoso, brilla en nuestro camino, nuestra porción y nuestras circunstancias; y cuando disfrutemos de la clara luz de la eternidad, veremos que así fue. Oh, si realmente creyéramos esto ahora, ¡cuán diferentes serían nuestros sentimientos y nuestras prácticas a menudo! Con cuánta tranquilidad nos someteríamos a toda dolorosa dispensación de la divina providencia; con cuánta alegría aceptaríamos toda insinuación de la voluntad de nuestro Padre; y con cuánta prontitud tomaríamos el cáliz que Él nos ha preparado, y lo beberíamos diciendo: "El cáliz que mi Padre celestial me da, ¿no lo beberé?".

Hay sabiduría divina en cada prueba, y amor divino en cada cruz. La santidad y la sabiduría de Jesús exigen que nuestro camino esté a veces cercado de espinas. El amor infinito de Jesús brilla en toda disciplina dolorosa. No es un padre indulgente, ni un amigo insensato, ni un compañero impío; no nos tentará al mal, ni con el mal; tampoco nos complacerá para nuestro perjuicio. Prefiere cerrar Sus oídos a nuestros clamores, que Su corazón a nuestros mejores intereses. Y se acerca el día en que veremos que todas nuestras pruebas eran necesarias, y que ni una sola podía haber sido omitida, en consonancia con la sabiduría y la santidad de su amor. Que Su amor derramado en mi corazón me lleve a amar, buscar y jadear por la santidad.



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