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¡Los más grandes benefactores de la iglesia!


"Al correr y ejercitarte cada día, estás más en forma para correr en una carrera. De la misma manera, cuanto más a menudo vengas a la presencia de Dios, mayor confianza, libertad y expansión traerá a tu alma".

Sin duda, orando aprendemos a orar; y cuanto más oramos, más a menudo podemos orar, y mejor podemos orar. El que ora a trompicones nunca llegará a esa oración eficaz y ferviente que tanto vale.

Orar es bueno,

el hábito de la oración es mejor,

pero el espíritu de oración es lo mejor de todo.

Es en el espíritu de oración que oramos sin cesar.

Es asombrosa la distancia que pueden correr los hombres que han practicado durante mucho tiempo; y es igualmente maravilloso el tiempo que pueden mantener una gran velocidad después de haber adquirido resistencia y habilidad en el uso de sus músculos.

Del mismo modo, un gran poder en la oración está a nuestro alcance, pero debemos trabajar para obtenerlo. Nunca imaginemos que Abraham hubiera podido interceder con tanto éxito por Sodoma, si no hubiera estado toda su vida en la práctica de la comunión con Dios. La noche entera de Jacob en Peniel no fue la primera ocasión en que se encontró con su Dios. Incluso podemos considerar la oración más selecta y maravillosa de nuestro Señor con Sus discípulos antes de Su Pasión, como la flor y el fruto de Sus muchas noches de devoción, y de Su frecuente levantarse mucho antes del día para orar.

Un hombre que llega a ser un gran corredor tiene que entrenarse y mantenerse en ello; y ese entrenamiento consiste en gran parte en el ejercicio de correr. Aquellos que se han distinguido por su velocidad no han saltado repentinamente a la eminencia, sino que han sido corredores durante mucho tiempo.

Del mismo modo, si un hombre sueña que puede llegar a ser poderoso en la oración cuando le plazca, comete un gran error. La oración de Elías, que cerró el cielo y después abrió sus compuertas, fue una de una larga serie de poderosas victorias ante Dios. ¡Oh, que los cristianos recordaran esto!

La perseverancia en la oración es necesaria para prevalecer en la oración.

Aquellos grandes intercesores, que no se mencionan tan a menudo como debieran en relación con los confesores y los mártires, fueron, sin embargo, los más grandes benefactores de la Iglesia. Pero sólo permaneciendo junto al propiciatorio llegaron a ser tales canales de misericordia para los hombres.

Oh Jesús, por quien llegamos a Dios, ya que Tú mismo has recorrido el camino de la oración y nunca te has apartado de él, enséñame a seguir siendo suplicante mientras siga siendo pecador, y a luchar en oración mientras tenga que luchar con los poderes del mal. Cualquier otra cosa que pueda superar, que nunca sueñe que puedo relajar mis súplicas.

"Dedicaos a la oración, velando y dando gracias". Colosenses 4:2

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