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¡Si gastamos nuestro tiempo en el periódico, o nos sentamos hora tras hora leyendo novelas basura!


"Toma un espejo y vuélvelo hacia el cielo, y allí verás el reflejo del cielo, las nubes y las cosas de arriba. Gíralo hacia abajo, hacia la tierra, y verás el reflejo de la tierra, los árboles, los prados, los hombres. Del mismo modo, el alma recibe el reflejo de las cosas hacia las que está orientada. Si el corazón está puesto hacia el cielo, eso te pone en un marco celestial. Si fijas tu corazón en objetos terrenales, eres un hombre de la tierra".

¿Están nuestros pensamientos y nuestros afectos llenos de mundanalidad? Hagamos buen uso de la figura anterior, y volvamos el espejo hacia el otro lado. Nuestra mente reflejará fácilmente las cosas divinas, si la volvemos en esa dirección. Veamos si no es así. Lean con oración su Biblia, o algún libro de devoción animado, y vean si el corazón no se llena inmediatamente de reflexiones santas y celestiales.

En todo caso, si pasamos nuestro tiempo en el periódico, o nos sentamos hora tras hora leyendo novelas de mala calidad, no tenemos razón para sorprendernos de que el pensamiento y el corazón vayan tras la vanidad. El volver la mente hacia arriba es la mitad de la batalla. No podemos esperar que refleje aquello hacia lo cual no se dirige.

Los que piensan en cosas terrenales, son terrenales.

Los que ponen sus afectos en las cosas de arriba, son celestiales.

Pablo muestra cuán útil es en la práctica volver la mente hacia Dios, cuando dice que, negando la impiedad y los deseos mundanos, debemos vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo presente, "aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo".

Bien podemos clamar respecto a este asunto: "¡Vuélvenos, Señor, y seremos convertidos!". Si no podemos ver la verdad divina para nuestro disfrute, miremos, sin embargo, en esa dirección; porque es bendito el ojo que mira en dirección de la luz.

El que quiera contemplar el sol en su salida, debe mirar hacia el este.

Del mismo modo, el que quiere ver a Dios como su delicia, debe mirar hacia Dios.

Si el espejo del alma está resueltamente orientado hacia el Señor, contemplaremos a cara descubierta, como en un espejo, la gloria del Señor, y seremos transformados de gloria en gloria en la misma imagen.

Oh, mi bendito Maestro, ayúdame, te lo suplico, a mantener el espejo de mi mente en la posición correcta, para que siempre pueda verte. Es cierto que será como en un espejo oscuro, pero incluso eso será una preparación maravillosa para contemplarte cara a cara en la gloria.

"Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa, tienen la mente puesta en lo que esa naturaleza desea; pero los que viven conforme al Espíritu, tienen la mente puesta en lo que el Espíritu desea". Romanos 8:5

"Así que, puesto que habéis resucitado con Cristo, poned la mira en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra". Colosenses 3:1-2

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