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¡Vuela al seno de Cristo en busca de refugio y seguridad!



"El que se humilla como este niño, es el mayor en el reino de los cielos". Mateo 18:4



Es muy dulce acurrucarse en el seno de Cristo, ser como un niño pequeño con Él. Los que vienen de otra manera no se acercan a Él--pero los que son como niños siempre encuentran un lugar cercano en Su corazón. Por lo tanto, cuanto más nos parezcamos a los niños en nuestra confianza y en la sencillez de nuestra fe, en la humildad de nuestra disposición, en la voluntad de hacer su voluntad y de aprender de Él, más cerca estaremos de Él y más disfrutaremos de su amor.


Hace algunos años, cuando pasaba una tarde por una de nuestras calles, oí un revoloteo de pájaros sobre mi cabeza y, al levantar la vista, vi un pajarito que volaba en círculos, perseguido por un halcón. El pájaro volaba cada vez más bajo, y luego se lanzó a mi pecho, bajo mi abrigo. No puedo expresarles el sentimiento que llenó mi corazón en ese momento: que un pajarito, perseguido por un enemigo, había acudido a mí en busca de refugio, confiando en mí en tiempos de peligro. Puse mi mano sobre el pájaro, que se acurrucó tan tranquila y confiadamente bajo mi abrigo, como lo haría un bebé en el seno de su madre. Llevé al pajarito durante varias manzanas hasta que creí que el camino estaba libre de peligro, y entonces lo solté. Voló de nuevo en el aire, pero no mostró ningún temor hacia mí. Desde aquella experiencia, he comprendido mejor lo que es volar al seno de Cristo para refugiarse y estar a salvo en tiempos de peligro, o en tiempos de angustia.


Todo esto me ayuda a comprender mejor lo que significa para Jesús cuando nosotros, perseguidos y acosados por los enemigos, o sufriendo por la debilidad o el dolor, volamos hacia Él y nos escondemos en su amor.


Eso es todo lo que tenemos que hacer: arrastrarnos al seno de Cristo y recostarnos allí, sin miedo, sin ansiedad, sino con simple confianza.


Las líneas del viejo himno de Wesley han significado más para mí desde entonces:

"Jesús, amante de mi alma,

Deja que vuele a tu seno,

Mientras las aguas cercanas ruedan,

Mientras la tempestad sigue en lo alto.

Escóndeme, oh mi Salvador, escóndete

Hasta que pase la tormenta de la vida;

Guíame a salvo hacia el puerto;

Oh, recibe mi alma al fin.

No tengo otro refugio,

Cuelga mi alma indefensa en Ti;

No me dejes solo,

Apóyame y consuélame.

Toda mi confianza está puesta en Ti,

Toda mi ayuda la traigo de Ti;

Cubre mi cabeza indefensa

Con la sombra de tu ala".


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